EN LA FIESTA DE LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO


 

EN LA FIESTA DE LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO

San Pablo es “el Apóstol”, como le denominan los Prenotanda del Leccionario. No fue uno de los Doce elegidos por el Señor; suele sostenerse que tampoco conoció humanamente al Señor en su paso terreno. Pero fue el Apóstol que llevó el evangelio a los pueblos paganos.

Son cuatro los pasajes bíblicos que hablan de la “conversión” del Apóstol: en el libro de los Hechos, capítulos 9, 22 y 26; en Gálatas, capítulo 1.

A la fiesta que celebramos precede un Octavario, dedicado a la oración por la unidad de los cristianos. San Pablo, al no conocer a Cristo, atacó a la Iglesia. Hoy es una pena que muchos que profesan ser seguidores de Cristo, atacan a la Iglesia. Es, en efecto, un antitestimonio que los seguidores de Cristo estemos divididos. Al Apóstol rogamos por esta intención de la unidad de los cristianos.

Tres modos concretos propongo para que cada uno de nosotros colabore a la unidad de la Iglesia. Primero: que recemos porque se cumpla la petición de Cristo a su Padre “que todos sean uno” (Jn 17,21), pues la unidad es un don de Dios. Segundo: que demos testimonio de amor, que es la sustancia de la doctrina cristiana; si nosotros comenzamos, los demás pueden seguir. Tercero: no criticar ni “chismosear”; si no construimos la Iglesia, al menos que no destruyamos la unidad de la Iglesia.

Acudimos a San Pablo con esta oración: “Apóstol San Pablo: que tu conversión sea como un ideal para cada uno de nosotros. Que también en el camino de nuestra vida nos llame Cristo y nosotros le hagamos caso y dejemos nuestra antigua vida de pecado y empecemos una vida dedicada a la santidad, a las buenas obras y al apostolado. Amén”.

Pbro.: Miguel Ángel Xicay

 

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